diocesisdejaen.es, 1 marzo 2025 | por Francisco Javier Cova (secretario particular del Obispo)

Un centenar de peregrinos, provenientes de diversas partes de nuestra Diócesis, llegamos a la Ciudad Eterna con el objetivo de lucrar la gracia jubilar de este Año Santo, y para contemplar la belleza espiritual, cultural y patrimonial que ha sido testigo de la historia de la Iglesia durante siglos.

Desde el templo de Santa María de Montserrat de los Españoles y encabezados por nuestro Obispo, Don Sebastián Chico Martínez, y junto al director del secretariado episcopal de peregrinaciones, D. Miguel Ángel Solas, los peregrinos iniciamos una experiencia única de oración, encuentro eclesial y renovación espiritual.

Uno de los momentos más significativos y esperados fue la peregrinación a la Basílica de San Pedro, atravesando el umbral de la Puerta Santa, cumpliendo así con uno de los ritos centrales del Jubileo: el paso simbólico del pecado a la gracia, del alejamiento a la reconciliación con Dios. Allí profesamos la fe ante la tumba del Apóstol, rezamos por la salud de Papa y depositamos las intenciones de nuestra Diócesis de Jaén. Llegamos al momento central del día, cuando celebramos la Eucaristía en la capilla del coro, presidida por la Inmaculada Concepción, lugar donde fue proclamado el dogma inmaculista. En la homilía, el Obispo nos invitaba a confesar y renovar nuestra fe como lo hizo Pedro, y testimoniarla con la coherencia de nuestra vida.

Posteriormente, nos dirigimos a la Basílica de Santa María la Mayor, donde pasamos por la Puerta Santa y ante el icono de la Salus Populi Romani, el icono mariano más venerado en la Ciudad Eterna, nos pusimos bajo su amparo maternal. También, veneramos la reliquia del pesebre de Jesús, un recordatorio tangible del misterio de la Encarnación.

Otro punto central de la jornada fue la visita a la Basílica de San Juan de Letrán, catedral del Papa y madre de todas las iglesias del mundo. Allí, los peregrinos atravesamos la Puerta Santa y profesamos la fe ante el Altar que custodia las reliquias de los Apóstoles Pedro y Pablo. Además, visitamos la Escalera Santa que, según la tradición, son los escalones que Jesús subió en el pretorio de Pilato.

Con una visita panorámica de la ciudad y el alma llena de gracia y agradecimiento, culminamos este día con la certeza de haber vivido un tiempo de gracia y renovación espiritual que ha avisado en nosotros el deseo de seguir creciendo en el amor a Cristo y su Iglesia.

Sobrecogidos por todo lo vivido, iniciamos la segunda jornada con la mirada puesta en el Apóstol de los Gentiles, y nos dirigimos a la Basílica de San Pablo Extramuros. Al llegar a este imponente templo, los peregrinos cruzamos la Puerta Santa en un ambiente de oración y nos dirigimos al sepulcro del Apóstol para profesar la fe. Nuestro Obispo destacó la figura de San Pablo como modelo de fe inquebrantable, exhortando a los presentes a vivir el mensaje del Evangelio con audacia y entrega.

Después, nos dirigimos a la Basílica de San Pedro in Vincoli para celebrar la Eucaristía en este lugar especial  donde se custodian las cadenas con las que San Pedro fue apresado, y donde se encuentra la famosa escultura del Moisés de Miguel Ángel. En la homilía, Don Sebastián nos invitaba a pedir la intercesión de San Pedro para fortalecer nuestra fe y liberarnos de las cadenas que nos esclavizan en nuestra vida. Por la tarde, paseamos por el Coliseo y los foros romanos y visitamos las plazas barrocas de Navona, Trevi, España, etc.

De Roma, cuna del cristianismo y corazón del catolicismo, nos llevamos no solo recuerdos eternos y experiencias compartidas, sino, también, un corazón renovado, fortalecido en la fe y lleno de gratitud, donde hemos podido vivir la riqueza de este Jubileo 2025 de manera única y profunda.

Francisco Javier Cova
Secretario particular del Obispo

 Galería fotográfica: «Peregrinación diocesana a Roma»

 

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